La Federación de Estudiantes de Chile fue la primera organizadora de la Fiesta de la primavera en 1915. Desde esa fecha y hasta los años ’70, la celebración estudiantil se extendió al resto de la sociedad chilena, que no tardó en contagiarse del espíritu festivo.
Era una fecha que se esperada todo el año para hacer relucir el talento y humor de los alumnos de diversos planteles, colegios e institutos que contagiaban su alegría a oficinistas, empresarios y al propio Presidente de la República.
En las calles de Santiago se podía ver un desfile de disfraces que incluían diablos, payasos, pieles rojas, arlequines, magos del oriente, piratas.
Bellas muchachas de ese entonces se disfrazaban de brujas horribles para jugar a adivinar el futuro de quienes se les acercaban. “Charlatanes improvisados parloteaban encaramados en las sillas o en las mesas de los restaurantes céntricos. Las pandillas de disfrazados se apoderaban de las calles, donde se había suspendido el tránsito de vehículos. Perseguían a los conocidos haciéndoles toda clase de bromas.
En Santiago los lugares de la celebración generalmente eran en la Alameda, el Club Hípico, el Teatro Municipal, el Parque Causiño y el Estadio Nacional. Por su parte, en provincias, la Plaza de Armas era el foco de reunión de la juventud y comparsas disfrazadas.
Todo el país parecía contagiarse con la alegría del término del invierno que contagiados con el espíritu festivo la juventud también coronaba la belleza con la elección de la Reina de la Primavera.
Los estudiantes y el público en general se encargaban de respaldar a sus candidatas vendiendo votos, realizando rifas y organizando cuanta actividad pudiera otorgar puntos a su representante.
Era una batalla de alegría en que verdaderos bandos lo daban todo por el triunfo de su representante.
La oportunidad para que las jovencitas de provincia demostraran su encanto y belleza y también un periodo de gran actividad para las costureras que tenían que trabajar hasta altas horas de la madrugada dando puntadas a los tules, sedas, rasos, organzas y tafetán, para confeccionar los vaporosos trajes de gala de las reinas.
También había que dar rienda suelta a la imaginación los disfraces.
Las comparsas de piratas, arlequines y payasos, con sus antifaces y máscaras coloridas se «tomaban» la plaza principal y los carros alegóricos circulaba entre la lluvia de flores y serpentinas, llevando a las reinas y su corte de honor saludando sentadas en lo alto de sus tronos .
Como parte del calendario de actividades programadas, las postulantes y sus damas de honor debían visitar y llevar regalos a los asilos de ancianos, hospitales, orfanatos e incluso a los reos de la cárcel local. No todo era baile y fiesta.
En Santiago la efervescencia y diversión también contagiaba a los capitalinos. Las universidades organizaban sus fiestas y los alumnos de cada facultad se hacían turno las esquinas con sus talonarios para vender votos de sus respectivas candidatas.
El broche de oro de las festividades era La Fiesta «Bufa»», realizada en el Teatro Municipal, donde a sala repleta y con la asistencia de autoridades, se daba a conocer el nombre de la ganadora y su «Rey Feo».
Hoy
En la actualidad, hay varías comunas que organizan su propia Fiesta de la Primavera, es así que San Bernardo se destaca por su historia de celebraciones de esta hermosa fiesta; El Barrio Yungay y Quintero entre otros, también hacen gala de su alegría y creatividad para reunir a la familia en una inolvidable celebración.
Estracto articulo Chilean Charm/Amo Santiago